En mi corta vida no recuerdo haber meditado sobre las
actividades cotidianas que realizo en mi vida, por ejemplo, una de ellas es el
vestirse, una siempre piensa en lo que se va a poner antes pero al momento de
ponérselo.. Es simplemente por inercia y porque una ya sabe como hacerlo.
Luego de pensar miles de horas en que me pondré el día de
hoy agarro mi primera prenda interior, claro, no sin antes mirarme
detenidamente al espejo; después de eso me lo pongo lentamente por ese sueño
que aún me invade por las mañanas, cojo mi sujetador, meto mis brazos en las
tiras y dificultosamente me abrocho la parte de atrás haciendo maniobras con
mis dedos; luego meto mi cabeza la cual a veces suele atracarse por mi cabello,
al lograr meter mi cabeza meto mis dos extremidades en los das aberturas
de los costados, ya puesto este polo me
siento en mi cama, me miro al espejo, veo lo despeinada que estoy, agarro mi
cepillo y pasan otro diez minutos más; al terminar, doy un profundo suspiro y
me echo hacia atrás, cierro mis ojos y a los dos segundos antes de cerrarlos
pienso en que llegaré tarde a mis clases y al instante doy un salto para
ponerme mi cuarta prenda, me inclino un poco para meter una pierna, jalo mi pantalón hacia arriba, meto la otra y
hago lo mismo, me abrocho el botón y así ¡por fin! voy terminando de vestirme,
claro pero eso no es todo aún falta las zapatillas, esto es una tortura, tener
que mover los pasadores hasta que llegue un momento en el que mi pie pueda
entrar por el orificio de mi zapatilla, hago lo ya mencionado con uno, meto mi
pie e igual con el otro, ya puestos ajusto los pasadores y les hago el final lazo
respectivo.
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