domingo, 16 de febrero de 2014

Vestirte no es cosa fácil.

En mi corta vida no recuerdo haber meditado sobre las actividades cotidianas que realizo en mi vida, por ejemplo, una de ellas es el vestirse, una siempre piensa en lo que se va a poner antes pero al momento de ponérselo.. Es simplemente por inercia y porque una ya sabe como hacerlo.

Luego de pensar miles de horas en que me pondré el día de hoy agarro mi primera prenda interior, claro, no sin antes mirarme detenidamente al espejo; después de eso me lo pongo lentamente por ese sueño que aún me invade por las mañanas, cojo mi sujetador, meto mis brazos en las tiras y dificultosamente me abrocho la parte de atrás haciendo maniobras con mis dedos; luego meto mi cabeza la cual a veces suele atracarse por mi cabello, al lograr meter mi cabeza meto mis dos extremidades en los das aberturas de  los costados, ya puesto este polo me siento en mi cama, me miro al espejo, veo lo despeinada que estoy, agarro mi cepillo y pasan otro diez minutos más; al terminar, doy un profundo suspiro y me echo hacia atrás, cierro mis ojos y a los dos segundos antes de cerrarlos pienso en que llegaré tarde a mis clases y al instante doy un salto para ponerme mi cuarta prenda, me inclino un poco para meter una pierna,  jalo mi pantalón hacia arriba, meto la otra y hago lo mismo, me abrocho el botón y así ¡por fin! voy terminando de vestirme, claro pero eso no es todo aún falta las zapatillas, esto es una tortura, tener que mover los pasadores hasta que llegue un momento en el que mi pie pueda entrar por el orificio de mi zapatilla, hago lo ya mencionado con uno, meto mi pie e igual con el otro, ya puestos ajusto los pasadores y les hago el final lazo respectivo.  

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